Empezamos a pedir permiso antes de robar. A esperar debajo
de los puentes a los suicidas. A emborracharnos con coca cola. A pegar los
corazones rotos. A inyectarles dosis de felicidad a los drogadictos. A acercar
la distancias. A pegar sin ninguna fuerza. A enamorarnos cada vez que nos
miremos al espejo. A soñar despiertos. A restarle importancia al odio. A
sonreír 25 horas diarias. A llorar, llorar de la alegría. A pintar universos. ¿Ves
que fácil es escribir el mundo perfecto? ¿Ves que difícil es
que las palabras se pasen a hechos?
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