Dejaré de gastar los segundos del día en pensar cómo actuar
de manera correcta. El hacer lo que quiero sin pensar si está bien o me va a
salir mal la jugada. El disfrutar cada momentos que he creado porque he
querido. Y me equivocaré, seguramente la mayor parte de las cosas que haga
porque me apetezcan estarán mal, y tendrán consecuencias que me marcaran la
vida, y que me dañaran por dentro y hasta en algunos casos también por fuera, y
debería importarme. Me importa, claro, pero no lo suficiente como para
preocuparme de crear la perfección en un momento sin arriesgarme y actuar
usando la cabeza.
Los momentos sin pensarlos que marcan el día entero, e incluso el paso del tiempo de los años, son esos que hago porque quiero, cuando quiero, y porque dicen que no debería hacerlos.
Los momentos sin pensarlos que marcan el día entero, e incluso el paso del tiempo de los años, son esos que hago porque quiero, cuando quiero, y porque dicen que no debería hacerlos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario