domingo, 6 de enero de 2013

Noche de Reyes.

Prefería haberme quedado con 5 años y disfrutar de la magia de la noche de Reyes. Esa noche en la que no dormías por nervios, que lo único que querías era que llegará la mañana después de haber estado toda la noche pensando los regalos. Salir corriendo a la entrada para ver si se habían comido el polvorón y el vaso de leche, abrir la puerta del salón y encontrarse en el árbol, miles y miles de regalos, o ver el árbol vacío y jugar a la típica broma de buscarlos por toda la casa ya que están escondidos. Sentarse enfrente del árbol y empezar a abrir regalo, ese placer de romper el papel y encontrarte lo que habías escrito en la carta a los Reyes o algunas cosas que ni esperabas. Esas caras de alegría al ver todo aquello, esas ganas de estrenar todo. Esos momentos son los que me gustaría revivir o seguir viviendo. Pero llega una edad en lo que todo acaba y hay que poner los pies en el suelo, vivir la realidad.

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